La historia del chocolate empieza en América, con los aztecas y el cultivo del “cacahualt” o árbol del cacao, cuyos frutos consumían en forma líquida, una bebida amarga y picante, llamada “tchocolatl”. El primer contacto europeo con el cacao se produjo hacia 1.519. Cuando el emperador Moctezuma vio aparecer las naves de Hérnan Cortés, pensó que era el dios Quetzalcoalt y lo cubrió de regalos incluyendo sus mejores plantaciones de cacao. Los primeros europeos no entendían la devoción que los indígenas profesaban a esta planta y al fruto que se utilizaba como moneda de cambio. Fueron los religiosos los que mejoraron la receta, introdujeron el consumo en la Península Ibérica en el siglo XVI y Ana de Austria, desde España, se llevó a la corte francesa la costumbre de tomar chocolate. La palabra bombón, proviene del francés que significa doble bueno y se remonta a la corte francesa de Luís XV. 

Las damas de la corte guardaban sus dulces en cajitas, las primeras bomboneras. Durante el siglo XIX aparecen distintos tipos de chocolate para consumir en tableta, en cacao en polvo, con avellanas… y también en este momento cuando se inventó el chocolate con leche. El consumo de chocolate se ha asociado a algunos mitos que provocan que no disfrutemos de todo su sabor. En realidad, se tratan de mitos sin ninguna base científica, como por ejemplo: engorda, que crea adicción, sobre esto primero queda totalmente descartado porque las causas más comunes son la inactividad y no las calorías de los alimentos. Sobre la adicción podemos decir que la sensación al consumirlo es muy agradable, pero en realidad sus niveles de theobromina (de la familia de la cafeína) son muy bajos.

 Debe formar parte de nuestra dieta, contiene magnesio, importante para el funcionamiento del organismo y para el sano desarrollo de los huesos, ácido esteárico, la única grasa saturada que no influye negativamente en el aumento del nivel del colesterol, vitaminas B2 y B12, que ayudan a liberar la energía de los alimentos, hierro, que participa en el transporte del oxígeno en el cuerpo y ayuda a las células a desarrollarse, calcio, que favorece el desarrollo y conservación de unos dientes y huesos fuertes. El chocolate negro es rico en antioxidantes naturales, llamados polifenoles, similares a los que se encuentran en el te, vino, frutas y vegetales.

 Es además rico en fibra y rico en magnesio, lo que ayuda a afrontar situaciones de estrés. El chocolate con leche, es muy rico en valor energético, que ayuda a cubrir las necesidades de energía del organismo. Una ración de 20 g. contiene las mismas calorías que un plátano grande o un yogur natural con azúcar. Por lo que no existe una razón para no consumirlo siempre y cuando no sea un sustituto de otros alimentos.