El 30% de la población sufre alteraciones del sueño y los expertos aseguran que es imposible tratar sin saber la causa que lo origina. Normalmente es un síntoma de algún otro problema fisiológico o psicológico, y el tratamiento con fármacos no es recomendable más allá de una solución temporal. Existen diferentes tipos de insomio, según se produzca en el inicio o en el mantenimiento del mismo.
Para adquirir unos hábitos diarios que favorezcan el descanso durante la noche es importante controlar aspectos que pueden influir positivamente en nuestro sueño, como evitar niveles altos de tensión a las últimas horas del día, reducir el consumo de alimentos excitantes, tomar una cena ligera y practicar ejercicio de intensidad moderada con frecuencia.
La práctica de una intensidad física de intensidad media, al menos tres veces por semana, puede ayudar a combatir el insomio. Es fundamental elegir el ejercicio adecuado, puesto que hay factores que influyen en su capacidad para ayudar o para entorpecerlo. El entrenamiento debe ser completo con un calentamiento progresivo y una importante sesión de enfriamiento y estiramientos al terminar. Es importante no realizar como máximo ejercicio dos horas antes del momento de acostarse.
Muy importante elegir bien la franja horaria que mejor se adecua a nuestro ritmo de vida. Como un complemento a los ejercicios cardivasculares, tienes una amplio abanico de modalidades como el yoga, pilates… que con muy buenas para el aprendizaje de técnicas de relajación.