Los cuidados de tus zapatillas Los médicos, los especialistas en biomecánica, los ingenieros de calzado y, por supuesto, las marcas deportivas coinciden en que la vida de un par de zapas de running rondan los 600 km. Hoy en día todas las zapatillas de running que puedes encontrar en una tienda especializada tienen una calidad mínima que te garantiza que puedes hacer con ellas entre 600 y 800 km con todas sus propiedades de amortiguación y estabilidad a pleno rendimiento. ¿Qué hacer para que sean 800 y no 600? Pues prueba a respetar estas tres reglas. 

Úsalas sólo para correr (o como mucho para andar). Si las usas de forma polideportiva (para jugar al basket, al tenis o al fútbol sala) dañarás la suela ya que no están preparadas para los giros bruscos de estos deportes ni para el desgaste de una superficie más abrasiva.

 Además, tienes riesgo de lesión ya que no están preparadas ni para impactar una pelota ni para proteger los tobillos tras un salto de baloncesto ni para deslizar para coger una pelota como necesitas en el tenis.  Sécalas inmediatamente después de correr, pero no uses un secador que puede dañar las propiedades de la mediasuela. Importante: no las metas en la lavadora (sólo es recomendable usarla para las plantillas si son extraíbles). 

 No las guardes en un sitio donde la luz del sol les llegue directamente ni en un sitio donde haya mucho frío, calor o humedad elevada. Y pese a respetar todo esto aunque veas que tus zapatillas están como nuevas después de los 800 km, cómprate unas nuevas ya que con todos esos kilómetros los elementos que componen la zapatilla ya han sufrido un notable desgaste y ya no son tan eficaces para prevenir las lesiones.